El cambio climático durante el período Jurásico, que abarcó aproximadamente desde hace 201 millones hasta hace 145 millones de años, fue un fenómeno complejo y dinámico que tuvo un impacto significativo en la vida y la geología del planeta. Este período es famoso por ser la era de los dinosaurios, pero también se caracteriza por importantes transformaciones climáticas y ambientales.
Durante el Jurásico, la configuración de los continentes era muy diferente a la actual. La Pangea, el supercontinente que había existido durante el período Triásico, comenzó a fragmentarse, lo que llevó a la formación de los continentes actuales. Este proceso de fragmentación influyó en los patrones climáticos globales debido a la creación de nuevos océanos y mares poco profundos, que afectaron la circulación oceánica y la distribución del calor.
El clima del Jurásico se considera generalmente cálido y húmedo, con temperaturas más elevadas que las actuales. La evidencia geológica, como los depósitos de carbón y los fósiles de plantas, sugiere la existencia de extensos bosques tropicales y subtropicales, incluso en latitudes altas. No había casquetes polares permanentes, y el nivel del mar era significativamente más alto debido a la ausencia de grandes masas de hielo.
Uno de los factores más importantes que contribuyeron a este clima cálido fue la elevada concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera. Durante el Jurásico, los niveles de CO2 eran probablemente varias veces superiores a los actuales. Este gas de efecto invernadero atrapó el calor en la atmósfera, contribuyendo al calentamiento global. Las erupciones volcánicas, que eran frecuentes debido a la intensa actividad tectónica asociada con la fragmentación de Pangea, liberaban grandes cantidades de CO2 y otros gases volcánicos, exacerbando el efecto invernadero.
El clima cálido y húmedo del Jurásico favoreció una biodiversidad exuberante. Los dinosaurios, que dominaban los ecosistemas terrestres, evolucionaron y diversificaron en una gran variedad de formas y tamaños. Los mares cálidos y poco profundos estaban llenos de vida marina, incluyendo reptiles marinos gigantes, ammonites y corales. Las plantas coníferas, cícadas y helechos eran abundantes, formando vastos bosques que cubrían gran parte de la superficie terrestre.
Sin embargo, el Jurásico también experimentó fluctuaciones climáticas significativas. Hubo períodos de enfriamiento y calentamiento, asociados con cambios en la circulación oceánica y atmosférica, así como con variaciones en la actividad volcánica. Estos cambios climáticos locales y regionales pudieron haber influido en la evolución y distribución de las especies, provocando adaptaciones y migraciones en respuesta a las nuevas condiciones ambientales.
